Gaia

Gaia fue la madre de Cronos y Rea dando lugar éstos a los primeros dioses del olimpo. Según el mito de la creación al principio sólo existía el caos, que venía a ser la nada y vacío. De ahí nació Gaia y todo comenzó a florecer y dar vida. Tuvo tres hijos Urano como símbolo del cielo, Pontos el mar y Ourea las montañas.
Se decía de ella que era profetiza y podía predecir el futuro, se la representaba de formas diversas, como una madre embarazada o una anciana rodeada de árboles, pero siempre representando la vida. Si tuviera que imaginarla hoy día sería como una madre, tierna, amorosa y paciente intentando conectar con los corazones de sus hijos, esperando que despierten antes de que sea demasiado tarde. Nos invita constantemente a beber de su espíritu y crecer a través de su sabiduría. Nos acoge, nos nutre, nos arropa, nos calienta, nos refresca. Vivimos en un planeta precioso lleno de diversidad, no tenemos más que contemplar los paisajes, los ríos, los lagos, los mares, las montañas, los bosques, ¿ y cómo devolvemos todo lo que ella nos brinda y nos ofrece?. Destrucción, aniquilación, hambre, guerra, matanzas. Tengamos fe y esperanza en que no será demasiado tarde, porque ya hace mucho que estamos fuera de tiempo y aunque una madre es paciente a veces tiene que sacudirse para que sus hijos espabilen.
ANTIGUA ORACIÓN ESENIA PARA AGRADECER A LA MADRE TIERRA
Ofrécele con tus palabras a la tierra el agradecimiento del cielo a la Madre Tierra; ofrécele también el agradecimiento de tu corazón y, a través de ello, del corazón de la humanidad.
Pronuncia las palabras:
«Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón, y a través de él del corazón de todos los hombres y las mujeres. Que todos los seres que llevas en tu seno protejan, nutran y bendigan todo lo que crece.»
Acuéstate después sobre la tierra y abandónate sobre ella. Que tu cuerpo y tu alma nacidos de ella sean uno con la Madre Tierra y su oculto esplendor.
Piensa y di:
«Madre Tierra, elimina todas mis enfermedades y mis faltas según tu voluntad, para que pueda recibir la bendición del espíritu divino y trasmitirla a todos los seres vivientes, según tu voluntad».
Mantente en comunión, en silencio, mientras dejas que la tierra te purifique completamente.
Ponte nuevamente de rodillas y coloca tus manos frente a la rosa solar del corazón.
Piensa en tu espíritu, siente tu alma, y di con tu fuerza vital:
«Con amor y gratitud,
Shalom, que la paz sea contigo
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