Artemisa

La completa en sí misma

¿ Quién fue Artemisa?

  Considerada la diosa de la caza y la luna. Hija de Zeus y Latona, y hermana gemela de Apolo, dios del sol, Artemisa se manifiesta como un espíritu libre, amante de la naturaleza y de los animales, competitiva y desafiante. Siendo una niña, Zeus la obsequió con un listado de regalos que ésta le pidió. Entre ellos se encontraban un arco, ser virgen para siempre, ser partera y dominar las montañas. La virginidad representa, en primera instancia, ser fiel a su propia naturaleza. El arco se relaciona con la luna, el misterio y la intuición. Las flechas son los objetivos a conseguir por sí misma.

Artemisa era dada a ayudar a aquellos que lo pedían pero también era muy despiadada con los que la ofendían.  

Hablar de esta diosa, es hablar de la autoafirmación. Es una energía femenina que fluye de forma libre y natural. Nos invita a queremos y  mostrarnos tal cual somos. Este arquetipo  nos cuida y protege sin juzgarnos.

¿Cuántas veces al día tienes pensamientos recurrentes de críticas y juicio en contra de ti misma?  ¿Cuántas veces te pospones, y antepones las necesidades de los otros a las tuyas?

Regresa a ti, a escuchar tu voz interior, a darte un tiempo para respetarte y honrarte. Una vez te has escuchado, Artemisa te impulsa a ir hacia afuera, a por tus logros, metas e intereses. A desarrollar tus dones sin la necesidad de agradar, ni esperando la aprobación de los otros. Lo que hagas, hazlo de verdad. Guíate por tus valores internos, por todo  aquello que tiene sentido para ti.

Este arquetipo está relacionado con el movimiento feminista. Rosa Villacastín, en una entrevista, nos invita a dar las gracias a nuestras ancestras, ya que éstas plantaron la semilla de la autoafirmación frente al patriarcado. Abriéndonos las puertas de las universidades y los trabajos.

Si nos encontramos con la energía de esta diosa en desequilibrio, podemos caer en la vanidad, el orgullo, la soledad, la intolerancia o la prepotencia. En el egoísmo de creer que podemos hacerlo todo solas. Nada más lejos de esta realidad si creemos que no necesitamos del otro para enriquecer nuestro camino.

 

Luna Creciente

 Representada por el arco que porta esta diosa. Simboliza la luz, el crecimiento y la renovación. Es un momento oportuno para cosechar plantas medicinales. Siendo propicia para emprender nuevos proyectos y actividades. También para la  fecundación, ya que las energías sexuales están muy activas. Se muestra muy sensible al entorno y a la expresión de sentimientos.

Es una luna que conduce, admite, construye, absorbe, almacena energía y fuerza. Invita a dejar atrás malos hábitos, personas, costumbres. El influjo de esta energía hace crecer todo aquello que proyectes, así que hay que tener cuidado con lo que se desea.

 

Un aroma para Artemisa

Ilang Ilang disminuye las dudas y aumenta la confianza, nos ayuda a ser conscientes de nuestras virtudes y resolver nuestras inquietudes. La Mandarina purifica, renovando la fe y la esperanza, haciéndonos sentir que todo es posible. Lemongrass nos conecta a las energías creadoras, impulsa a llevar a la práctica nuestras ideas, brindando una sensación de limpieza y de pureza.

Mineral – Amatista

La amatista representa la paz, la tranquilidad, la serenidad. En los momentos perturbadores, proporciona la clarividencia. Ideal para la meditación. Conecta con todos nuestros cuerpos e intensifica la intuición, fomentando el desarrollo espiritual.

En su libro Historia de la bella Lau, Eduard Morike contaba que esta piedra era capaz de alejar de la cabeza la pesada embriaguez del vino, de ahí que los pertenecientes al clérigo llevasen en el dedo esta piedra, aparte de representar la penitencia.

En la Edad Media Konrad von Megenberg atribuyó a la amatista la capacidad de ahuyentar los malos pensamientos, y de esta forma poder entrar en razón. Decía que este mineral despierta al hombre, restaurando el sentido común y devolviéndolo más suave y gentil.

Puede ser colocada debajo de la almohada para comprender mejor los sueños, así como repartirlas por las estancias para obtener el beneficio a nivel mental y espiritual. Nos ayuda a aceptar las pérdidas cuando éstas se producen. Estimula la intuición y nos ayuda a gestionar nuestras experiencias desagradables.