Piedras de fuerza

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Simbología de las piedras natalicias

El granate, simboliza la constancia. La amatista, la sinceridad. El aguamarina, el coraje. El diamante, la inocencia. La esmeralda, el amor y el éxito. La perla o la piedra lunar, salud y longevidad. El rubí, la felicidad. El peridoto, felicidad en el matrimonio. El zafiro, juicio sereno. El ópalo y la turmalina, la esperanza. La turquesa simboliza la sinceridad.

Muchos son los beneficios que se le adjudican a las piedras preciosas o gemas, no solo por su belleza, sino también por como nos influyen sus colores, la energía que portan, así como su simbología, el uso como amuletos y talismanes. 

Son símbolos de la humanidad. Por ejemplo, en el cristianismo el cristal de roca era relacionado con la virgen María, ya que comienza a brillar cuando en él  incide el rayo de luz divina. Para los asiáticos simbolizan las enseñanzas de la fe. Se emplearon y emplean para la meditación y la curación.

Contienen calor, humedad y muchas energías que sirven para realizar cosas buenas, útiles y con honestidad. Todo lo que hagamos debe ser siempre para la Gloria de Dios, para bendición y remedio, para el mayor bien siempre de todos los implicados.

Decía la Santa Hildegarda de Bingen que ante las piedras el diablo se siente aterrado, llegando a odiarlas y despreciarlas, porque le recuerdan al brillo  que ya existía antes de su caída, y porque algunas piedras fueron forjadas en el fuego en el  que ahora él tiene que permanecer

 

Asignación a los signos según el Apocalipsis de San Juan (21/19,20) y según Agripa.

En el Apocalipsis de San Juan, se describe la Ciudad Santa, como la nueva Jerusalén que será construida a base de piedras preciosas de diversos colores, lo que traerá consigo una nueva regeneración.

Decir que los signos no están nombrados en el apocalipsis , sino que la asignación se ha realizado por orientación de la Rosa de los Vientos y porque los sacerdotes judíos llevaban incrustadas las mismas piedras en sus placas pectorales.  Así mismo simbolizaron en las cruces los doce apósteles y una central de mayor tamaño a Cristo.

El Himno de la Perla ·

· Hechos de Tomás ·

 

Cuando era un niño

vivía en mi reino en la Casa de mi Padre,

y en la opulencia y abundancia

de mis educadores me solazaba,

cuando mis Padres me equiparon

y enviaron desde el Oriente, nuestra Patria.

De las riquezas de nuestro tesoro

me prepararon un hato pequeño.

Era abundante, pero tan ligero que yo solo

podía llevarlo:

Oro de Bet’Elayye’ y

plata de la gran Gazak,

rubíes de la India

ágatas de la región de Kushán.

Me ciñeron con duro acero,

capaz de quebrar el hierro.

Me quitaron la Túnica brillante

que amorosamente Ellos

habían confeccionado para mí,

y la Toga purpúrea

que había sido hecha para mi talla.

Hicieron conmigo un pacto y

lo escribieron en mi corazón

para que no lo olvidara:

«Si desciendes a Egipto

y logras traer la perla única

la que está en el fondo del mar,

cerca de la serpiente sibilante,

                                   [entonces] vestirás de nuevo tu Túnica brillante

y la Toga que cae por encima de ella,

y con tu Hermano, el más próximo a nuestro rango,

serás heredero de nuestro Reino.«

Abandoné Oriente y descendí

acompañado de dos guías,

pues el camino era peligroso y difícil

y yo era joven para recorrerlo.

Atravesé por las fronteras de Mesena,

lugar de parada de los mercaderes de oriente,

llegué a la tierra de Babel

y penetré en las murallas de Sarbug.

Llegué a Egipto y

mis compañeros se separaron de mí. 

Fui directo a la serpiente,

y acampé cerca de su morada,

esperando que la pudiera el sueño

y se durmiera y así

poder arrebatarle mi Perla.

Y cuando estaba absolutamente solo,

siendo un extraño para los compañeros

de mi posada,

vi allí a uno de mi raza,

un hombre libre, un oriental,

joven, hermoso y amable,

hijo de nobles,

y vino y se relacionó conmigo

y lo hice mi amigo íntimo,

un compañero en quien confiar mi propósito.

Le exhorté a guardarse de los egipcios

y de unirse a los impuros.

Y me vestí con sus atuendos

para que no sospecharan que había venido de lejos

para coger la Perla

e impedir que excitaran la serpiente contra mí.

Pero de alguna manera

se dieron cuenta de que yo no era un compatriota

y me hicieron comer de sus alimentos.

Olvidé que era hijo de Reyes,

y servía a su rey.

Olvidé la Perla

por la que mis Padres me habían enviado

y, a causa de la pesadez de sus alimentos,

caí en un profundo sueño.

Pero esto que me acaecía

fue sabido por mis Padres y se apenaron por mí

y salió un decreto en nuestro Reino,

ordenando que todos acudieran a nuestra Corte,

a los reyes y príncipes de Partia

y a todos los nobles de Oriente,

y determinaron sobre mí

que no fuera abandonado en Egipto.

Me escribieron una carta y

cada noble puso su firma en ella:

«De tu Padre, el Rey de reyes,

y de tu Madre, la Soberana de Oriente,

y de tu Hermano, nuestro más cercano en rango,

para ti nuestro hijo, que está en Egipto, ¡Saludos! [¡Paz!] 

¡Despierta y levántate de tu sueño,

y escucha las palabras de nuestra carta!

¡Recuerda que eres hijo de Reyes!

¡Mira la esclavitud en que has caído!

¡Recuerda la Perla por la que

fuiste enviado a Egipto!

Piensa en tu Túnica resplandeciente

y recuerda tu gloriosa Toga,

con la que podrás vestirte y engalanarte

cuando tu nombre sea leído en el ‘Libro de los Valientes’ [Héroes]

y junto con tu Hermano, nuestro Virrey,

estará en nuestro Reino.«

Y mi carta era una carta

que el Rey selló con su mano derecha

[para preservarla] de los malvados, de los hijos de Babel

y de los demonios salvajes de Sarbug.

Voló [la carta] como un águila,

el rey de todas las aves;

voló y se posó a mi lado,

y toda ella se convirtió en palabra.

A su voz y al sonido de su murmullo

me desperté y me levanté de mi sueño.

La tomé y la besé, rompí su sello y la leí

y las palabras de mi carta,

eran lo mismo que estaba grabado en mi corazón.

Recordé que era hijo de Reyes

y que mi ‘naturaleza libre’ buscaba su linaje.

Recordé la Perla

por la que había sido enviado a Egipto,

y comencé a encantar

a la terrible serpiente sibilante.

La hice dormir y caer en un sueño profundo,

cuando pronuncié el Nombre de mi Padre contra ella,

y el Nombre de mi Hermano,

y el de mi Madre, la Reina de Oriente.

Y le arrebaté la Perla,

y emprendí la vuelta a la Casa de mis Padres.

 

Me quité el vestido sucio e impuro

y lo abandoné en su país

y me encaminé directamente

hacia la Luz de nuestro país, Oriente.

Y mi carta, la que me despertó,

la tenía ante mí durante el camino,

y lo mismo que me había despertado con su Voz,

ahora me guiaba con su Luz,

pues la seda real [de la carta] mostraba

su forma luminosa ante mí;

su voz y su guía también me animaba

a apresurarme y su amor me atraía.

Salí atravesando Sarbug,

dejé Babel a mi lado izquierdo,

y llegué a la gran Mesana,

el puerto de los mercaderes

que está a la orilla del mar.

Y mi Túnica brillante [Vestidura de Luz],

que yo me había quitado,

y mi toga que la revestía,

desde las cumbres de Hyrcania

mis Padres me las enviaron hasta allí,

por medio de sus tesoreros,

a los que, por su fidelidad,

se las habían confiado;

pero yo no recordaba su dignidad y

que las había abandonado en mi juventud

en la Casa de mi Padre.

Pero, repentinamente,

cuando la tuve frente a mí,

la Vestidura parecía un espejo de mí mismo.

En toda ella pude verme a mí mismo,

reflejado por entero,

de manera que éramos dos diferentes,

y de nuevo Uno en una sola forma.

Y también a los tesoreros

que me la habían traído,

del mismo modo los vi,

dos en una sola forma,

un solo Signo real grabado sobre ellos,

el [Signo] de Aquel que,

por medio de ellos,

me había restituido mi honor y mi riqueza,

mi adornada túnica brillante,

engalanada con magníficos colores

con oro y con berilos,

calcedonias y ágatas,

sardónices de variados colores;

ella había sido preparada para enaltecerla,

todas sus costuras habían sido festoneadas

con piedras de diamantes,

y la imagen del Rey de reyes,

toda entera, por todo el [tejido]

aparecía bordada en relieve;

y, como la piedra de zafiro,

así sus colores eran variados.

Y nuevamente vi que toda ella [la Vestidura],

se agitaba sacudida por el Conocimiento [Gnosis].

Como si de nuevo fuera a hablar,

vi que se preparaba.

Oí el sonido de sus cantos,

que musitaba mientras descendía:

«Soy el más diligente de sus servidores;

por eso he sido enaltecido ante mi Padre.«

Y también percibí como mi estatura

crecía al tiempo que realizaba sus trabajos.

Y con un movimiento regio

fue desplegándose toda ella hacia mí,

y de la mano de sus portadores

me incitó a tomarla.

Y también mi amor me urgía

para que corriera a su encuentro

y la recibiera.

Entonces extendí [mi mano] y la recibí;

con sus hermosos colores me engalané,

y quedé completamente cubierto

por mi Toga de brillantes colores.

Me vestí con Ella y fui elevado

a la Corte de la Paz y de la Adoración,

incliné mi cabeza

y adoré el Esplendor de mi Padre

que me la había enviado,

porque yo había cumplido sus Mandamientos,

y Él también su promesa.

Y en la Corte de sus escribas,

entre sus nobles, fui mezclado,

pues se regocijó por mí, y

me encontraba con Él en su Reino.

Y al son de plegarias

todos sus siervos le alaban.

Prometió también que me presentaría

con Él ante la Corte del Rey de Reyes,

y, con mi ofrenda y mi Perla,

me mostraría junto con Él

ante nuestro Rey.